Luna de selva, óleo de Salvador Rosado |
En la selva, la inmensa selva,
hoy ruge el león. Los elefantes barritan pateando desalados. Las
tórtolas, las palomas y las alondras zurean como posesas. Van los
asnos suspirando reciamente por las asnas. Los ciervos braman
consumidos por el fuego de la pasión. Mientras, los patos parpan
amartelados en los estanques cristalinos. Las serpientes silban
retorciéndose de lujuria. Los cuervos, las cornejas y los tordos
graznan para demostrar a las raposas que se puede tener una voz
horrenda y estar perdidamente enamorado. Los conejos sonríen
musitando palabras de amor. Los coyotes solitarios aúllan rodeados
de cactus y espejismos. Las lechuzas, los búhos y los mochuelos
ululan enloquecidos por el deseo… y para aumentar el pandemónium,
un coro de grillos canta, rabiosamente, a la luna…
—Dios mío… ¡La que me
espera!— se dijo Noé abrumado— ¿A quién se le ocurre
desencadenar el Diluvio en primavera?
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