BEAUTIFUL TANGO
De sus preciadas posesiones, la
biblioteca era la única que hasta entonces había desdeñado su mujer, la
exuberante y voluptuosa Jeanne. Los dos encarnados hibiscos que lucía en su
pelo el día que la conoció en aquel sórdido hotel porteño deberían haber sido motivo
de alerta para él- decían que el hermano, un atractivo mulato, era su amante y
su chulo-, pero, como cantaba Gardel, “por
una cabeza, todas las locuras” …
Y ahora, en el patio trasero de la
villa que habían compartido en su aventura matrimonial, preparaba, con la oscura
lujuria de una pantera, el colofón a su perfidia: lomo sobre lomo, había ido
apilando sus libros, prestos a desaparecer en una enmarañada melena de fuego,
una alta columna de humo y vanidad, un monumento a la flaqueza y la ceguera del
misteriosamente desaparecido Dashiell Everett, prolífico escritor de best-sellers
como ¿Quieres bailar un tango conmigo? o
Cómo deshacerte sin destornillador de tu
marido.
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