JUNTO
A LA VENTANA
Junto a la ventana, como
todas las tardes, la mujer esperaba ansiosa la llegada de su hijo con el libro
entre las manos.
Ya apenas recordaba nada sobre su vida pasada y sólo era
capaz de repetir algunas rutinas. Aguardar la visita del hijo era una de ellas.
La infancia de ella, la de él, sus vivencias en tierras
lejanas, sus amigos de los años felices, sus padres y hermanos… Todos estos
recuerdos los evocaba uno y otro día el hijo a la madre para que no los
perdiera del todo.
Aquella tarde, él comenzó a leer el poema que, desde
hacía varios meses, ella le pedía con insistencia que lo hiciera:
“Por
el cinco de enero,
cada
enero ponía…”
-Mañana será tu cumpleaños, –lo interrumpió-.
Sorprendido, el hijo levantó la vista y vio rodar las
lágrimas por el añoso rostro de su madre. Se fundieron en un largo abrazo sin
más palabras.
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