EL INFLUJO SECRETO
En el dominio bético, en su sierra
formada por bloques de calizas, en sus cuevas y abrigos, en su río
Thader que a veces parece el río Nilo, en sus tejados puertas y postigos
venerables; en el bullicio del mercado y en el silencio inaprensible del
convento; en la cara de la gente, en la carrera contra el cáncer; las mujeres
andarinas, los coches, los patinetes, el vendedor de arrope; en los belenes, las
bandas musicales y las bombillas del árbol navideño; en la Lonja y en el
quiosco de la plaza de San Sebastián, en la frente y en la lengua de las
jóvenes que pasan; y al fin, tras su puerta de cristal, en el reposo de los
estantes, también está el influjo secreto, sutil y poderoso de un
libro, donde encontrar el hallazgo afortunado de un buen amigo.
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