ALAMBRE Y TIEMPO
Queriendo a solas, de Lola |
Abrir aquella puerta
gris, desvencijada, produjo un extraño efecto en su alma. Volver a aquel mundo
congelado en el tiempo era volver a avivar las llamas en su interior. No estaba
seguro de querer hacerlo. Entró, sin querer mirar ninguna estancia, se dirigió
a la escueta escalerilla que subía al terrao. Al fin y al cabo, los episodios
más importantes de su vida habían ocurrido allí.
Al salir, un sol cegador
le recordó el día en que ella tendía sábanas blancas del barreño sobre los
alambres y las sujetaba con pinzas de madera. El viento las enredaba entre sus
piernas. Él se quedó pasmado contemplando la escena y supo que la amaría
siempre...a su espalda, los palomos se arrullaban…
Ahora solo quedaban
restos enredados de los hexágonos de
alambre del gallinero y de pintura vieja...ni siquiera las cuerdas del
tendedero habían aguantado el peso del tiempo…¡ Cómo iba a aguantarlo su amor!
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