EL
AGUJERO
Fotograma de la película, "30 años de oscuridad" |
En
el colegio me dicen que estoy más flaca que la sombra de un alambre.
También que mi madre y yo somos unas desgraciadas por culpa de mi
padre, un rojo que desapareció en el frente de Somosierra. Es verdad
que estamos muy delgadas, no lo niego, pero no somos unas
pordioseras, porque nuestra familia del pueblo nos manda, cada cierto
tiempo, embutidos y hortalizas. Lo malo es que los chorizos y las
morcillas desaparecen por un agujero que hay en el fondo del armario
del dormitorio de mi madre, tapado con unas mantas que huelen a
miseria y a humedad. A veces el agujero también se traga una
naranja, un pedazo de pan y media botella de vino tinto que nos fían
en la tienda de ultramarinos. Esas noches del agujero brota un
resplandor suave y una voz susurrante tararea una canción antigua,
una melodía familiar, que ilumina y alimenta nuestros hambrientos
corazones.
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