Cuchillo, de Fernández Hurtado |
Empuño el cuchillo ensangrentado. Yo que, ironías del destino, siempre había sido una pacifista, contraria a los alambres de púas y a las metralletas. Lo sujeto asombrada por lo que está ocurriendo; yo, que siempre había creído en mi marido, en este hombre atractivo que me mira ahora con sus ojos azules desde lo más recóndito de su subconsciente, yo, que lo amé hasta el mes pasado con un amor sincero, leal, ingenuo, demasiado ingenuo por lo que se ve, me enfrento a un dilema, a una pequeña interrogación infantilmente machacona. Vago por el pasillo calculando los pasos últimos, tres, cuatro, cinco…con el cuchillo filetero en la mano tras sacarlo de mi pecho, donde me lo ha clavado el guaperas desde lo más recóndito de su subconsciente; yo derrotada, sin esperanza ni temor, enfrentada a mi destino final, sé que mi tiempo se acaba…doce, trece pasos y muero.
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