MIEDO
Miedo, de José María Guerrero |
Con un profundo suspiro se alejó de la ventana e intentó buscar el sueño que aquella noche de octubre huía de ella. La misma pesadilla que se repetía cada madrugada la había desvelado una vez más. Sin embargo, un miedo descontrolado la hacía tambalearse esta vez. Casi sin atreverse a respirar, cerró los ojos e intentó tranquilizarse. De repente, un sonido apagado, procedente del cuarto de al lado, la obligó a ponerse de pie. Armándose de valor, abrió la puerta. Todo parecía en orden pero, justo cuando se disponía a reírse de sus temores, observó que unas huellas de barro cubrían el suelo de la habitación y conducían a la gran ventana de madera que, abierta de par en par, daba al oscuro jardín. El intenso olor a pachuli y el chirrido de la puerta al cerrarse a su espalda la sobresaltó. Una vez más su carcelero la invitaba a morir.
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