Parecía que no iba a llegar, pero aquí está el primer microrrelato a concurso de esta séptima edición. A leer...
LAS MUJERES DE MI CASA
Las mujeres de mi casa eran ángeles
sin alas que la llenaban, hacían y
deshacían. Eran invisibles, siempre a la
sombra y al servicio del marido, los hermanos, los hijos…Les quitaron la luz
para que el centro de atención fueran los hombres. Se encargaban de todo y
podían con todo.
Mi
abuela y mi madre eran mujeres de campo, que
para ellas significaba trabajo duro, frío, lluvia, sol, y ningún poder
sobre su propia vida. Obedecer, servir, dar. Siempre pendientes de los demás,
no mirando nunca por ellas, siendo siempre las últimas…
Por
eso, calladamente, lucharon por mí, por nosotras, para que brilláramos con
nuestra propia luz y que nada nos ensombreciera. Para que fuéramos cultas e
independientes y así poder vivir en nosotras la vida que no vivieron.
Anochece.
Si empecé a recordarlas con un yogur de fresas, ahora brindaré por ellas con un
Martini, porque se lo merecen, porque al
rememorarlas, mis queridas mujeres nunca mueren.
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