Caminaba de noche bajo la nieve buscando refugio, literalmente para no morirme de frío y por puro azar hallé la casa de Bárbara, la actriz. Esa enorme mansión historicista donde, al parecer, ha organizado las fiestas íntimas de los famosos. Llamé pero no abría nadie, por eso me atreví a entrar.
La mujer de rojo, entrada en carnes, tendida en el sofá, parecía mirarme con su larga cabellera rubia rozando el suelo. Junto al charco de sangre de la alfombra, la copa de Martini exhibía las marcas de sus labios de fresa. La escena parecía haber sucumbido de tal maneral al fácil simbolismo del cine negro que me creí un detective y me acerqué a ella, la agité, qué digo, la zarandeé y le practiqué el boca a boca…, pero no reaccionó, por eso llamé a la policía.
Les comuniqué el crimen y los muy condenados, entre sonrisas burlonas, me endosaron el marrón.
The wrong man
No hay comentarios:
Publicar un comentario