Carta de los Reyes Magos
Se encierra en su cuarto. Está enfadada conmigo.
No entiende que yo un sábado y domingo me vaya.
S. M. J.C. I
Abu Dabi, 5 -1- 2025
Querido Felipe,
aunque la distancia física y afectiva nos separa, creo llegado el día de regalarte mi bien más preciado: la llave de la luna creciente. De origen divino, los hombres de nuestra estirpe siempre ostentaron este amuleto como necesaria válvula de escape para combatir la abulia conyugal. Su poder nos trasportaba a dimensiones bárbaras y feroces, si bien, había que cumplir una norma: que no recibiese luz del día. Por ello, tuvimos que guardarla en el único sitio posible: nuestro culo. Allí, se ha mantenido incólume y a resguardo de nuestras esposas.
Ojalá sepas apreciarla, evitando que L. la descubra. Su pasado de periodista incisiva y rigurosa sería el fin de este privilegio.
PS: no sufras por posibles hedores en la llave. Mis criados malayos la han limpiado a conciencia con fina arena del desierto, dejándola tan esterilizada como el cenizo gesto de tu ortodoxa madre.
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