Bodegón con cebolla y arenque, V Ferris |
CARTA A
UNA SURICATA
Amiga
suricata:
Hay familias desatentas, familias de psicópatas y luego está la
mía. Vive amurallada frente al entorno como un castillo de termitas.
Fuera de alguna visita obligada del alma del abuelo, mi grupo nunca
se ha preguntado por el sentido de este aislamiento. Pero sí que
descansa unido y se prodiga en veladas endogámicas, donde, salvo
sorpresa, mi padre termina dormido roncando en la mesa y todos nos
hacemos fotos con él y le golpeamos con ramas de baobab y, también
salvo sorpresa, no se despierta.
Hoy, hacia el alba, me he alarmado por el fuerte olor a cebolla, pero
pronto he supuesto certeramente la presencia en mi alcoba del gordo
patudo, mi tío que parece salido de los óleos de Botero y que sufre
de ataques hipoglicémicos. Con este panorama, ¿para qué quieres
que salga? Anda tú si quieres y déjame que duerma.
Tu amigo suricato.
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