viernes, 1 de enero de 2016

Itaca

Naturaleza muerta, Claudio Rodríguez Venegas
Itaca
—El Nilo, río sagrado, que prodiga la abundancia de bienes sobre el país de Kami, atrajo hasta sus riberas a las cóncavas naves de los extranjeros de rubias cabelleras. Probaron la cebolla dulce y tierna, la raíz del loto, que provoca el olvido, y decidieron no regresar a su tierra. Pero su príncipe, tan astuto como Thot, los convenció para que continuaran el viaje. Cuentan los hombres dignos de fe que solo el príncipe logró regresar a su patria y los demás perecieron. El Devorador se dio un jugoso festín con los cuerpos de los navegantes que no pudieron ser ungidos con el óleo sagrado…
—Maestro, ¿no hubiera sido mejor para ellos permanecer allí, con los lotófagos, que aventurarse en el mar ignoto?

—Sinuhé, también para nosotros, los tebanos, no hay mayor sufrimiento que saber que jamás volveremos a aspirar el perfume de la Tierra Negra las noches de primavera. Que Amón no te depare esa condena.

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