Nursery school, de Henri Jules |
Te recuerdo en una tarde clara de octubre, casi de primavera. Me diste la mano y me llevaste. Yo contigo descubriría el paraíso, pero aún no lo sabía y un escalofrío de incertidumbre me recorrió entera.
Contigo aprendí a descifrar el código secreto de los libros, esas estalagmitas de palabras cuyos títulos son siempre un umbral, un faro en la niebla, un presentimiento…
Aprendí después que las palabras son un potente hechizo capaz de quitar el miedo, desvanecer las dudas y el dolor, infundir alegría o aumentar la compasión haciéndonos más generosos.
Sin los libros, lo mejor del mundo se habría esfumado en el olvido. En ellos, cada letra tiene un aroma, cada verbo una fragancia. Jazmín, rosa o pachuli se difunden al pasar sus páginas para disfrutar las palabras que custodian, que nos custodian, velando por el mañana frente a las amenazas del tiempo, la muerte o el silencio.
Desde mi recuerdo infantil, gracias primera maestra.
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