STRAWBERRY MARTINI
Al oir aquel extraño ruido en el silencio de la noche abrí lentamente la puerta, tenía miedo y miré por el hueco de la tenebrosa escalera…
Nada.
Me embargaba un gran temor y el presagio indescriptible de que pudiera hacerse realidad.
Si se despertaban, todos mis planes se irían al traste, y podría producirse una catástrofe de consecuencias imprevisibles si ella se enterase. No en vano me lo había advertido repetidas veces: ¡Ni se te ocurra! ¿Me oyes?
Cerré la puerta del dormitorio sigilosamente y descalzo comencé a bajar los escalones de madera. ¡Crujían inevitablemente! Se me heló la sangre…No obstante, seguí con mi objetivo, en la cocina agarré el punzón picahielo y de puntillas llegué hasta la barra del salón. Una vez allí, con extrema cautela, procedí a preparar como cada año mi martini de fresa antes de montar el tren eléctrico que los Reyes Magos dejarán mañana a mis hijos.
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