BLANCA OSCURIDAD
"Desayuno de un hombre ciego", de Pablo Picasso.
Cerrar los ojos no alcanza para imaginar lo que es la ceguera. Bajo un mundo de cielos, rostros y edificios, existe otro más crudo en el que las superficies se disuelven y los sonidos construyen conjuntos en el aire.
El color es otra cosa. En su imaginación y en sus sueños todo tiene color. Las paredes son de color beige, castaña, color avellana. Los amigos son lila, amarillo limón y rojo fresa. Los acordes de un piano que salen de los altavoces proyectan negros enriquecidos y azules complejos. Las abejas son plateadas, los pinzones rojizos o caobas, a veces también dorados. Los enormes cipreses son caleidoscopios brillantes, cada hoja un poliedro de luz.
No tiene recuerdos de su madre pero se la imagina blanca, un brillo sin sonido. Su padre irradia miles de colores: ópalo, un marrón rojizo profundo, verdes salvajes…
Dejó de ver a los siete años pero en su interior todo es brillante y armonioso.
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