París ciudad de noche |
BAJO LOS CIELOS DE PARÍS
Esta mañana, con las prisas, casi me mato al ponerme las bragas. La luna ya estaba de retirada. He ordenado mis cabellos y dibujado sonrisas dulces sobre mis labios. Me he retocado la sombra de ojos y echado unas gotas de perfume. ¡Ay, el anillo no se me puede olvidar! Es el regalo de compromiso. Me he puesto las medias y el uniforme acelerada.
Al abrir con sigilo la puerta, el chaval con su voz fresca me ha dicho:
- No ha estado nada mal.
Al girarme, de nuevo he visto la cabeza de un león tatuada en su pecho.
– París bien vale una misa, - he contestado yo-
El pasillo estaba desierto. Corriendo al ascensor he pensado que quién no merece ser feliz bajo los cielos de París a los cuarenta. A partir de ahora, para mí ya no hay nada imposible.
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