BLANCA Y PINZÓN
Jubilada, lo que más le gusta a Blanca es tomarse el café de la mañana con su amigo el pinzón en su jardín. Sólo con él puede hablar de ciertas cosas. Él le habla de sus viajes por el mundo que tanto ha cambiado, de lo individualista e insolidaria que es la sociedad actual, de las guerras y del poco interés por el bienestar del planeta.
Insatisfecha y desengañada, ella le comenta que ya no cree en nada. Con tanto decirle que tenía que ser fuerte y que podía con todo, lo único que ha hecho siempre ha sido trabajar como una burra. La casa, los niños, el marido… Siente que le vendieron la moto.
¡Ay si pudiera dar marcha atrás!... Y ahora, me toca ser la abuela modelo. Otra imposición que me veo obligada a aceptar.
Al final del café le confiesa a su amigo que lo que le gustaría sería volar como él en libertad.