jueves, 31 de diciembre de 2015

Cena de fin de año

Bodegón con patatas, ajos y cebollas, de Daniel Formigo
Cena de fin de año

Me mira con ese aspecto pálido de fingida suficiencia e indiferencia. Sé que en el fondo solo pretende llamar mi atención, así que, desinteresado, la ignoro mientras flirteo con otras invitadas al banquete. Azarosamente, acabo acercándome a ella. Con sutileza, la despojo de sus vulgares ropajes, hasta dejarla inmaculada y virginal. Entonces, como un depredador, mi certera arma se abalanza sobre su piel y como un óleo fresco, la humedad la inunda. Acabado el jugoso encuentro, reposo junto a la mesa entre restos de comida, hasta que el refrescante agua del grifo me libera de los restos de mi trabajo. Antes de volver al cálido cajón de los cubiertos y recibir los halagos de cucharas y tenedores, la contemplo por última vez - exhausta, desmadejada, indefensa - junto a otras cebollas, ajos y patatas, a las que el horno invita a un caluroso fin de fiesta.

miércoles, 30 de diciembre de 2015

Modern...ismo

Pan y cebolla, Paula Rusquellas
MODERN…ISMO

La alta concurrencia al festival impidió conjeturar si fue efectivo el proyecto en el que se embarcaron los hermanos Cebolla. Satisfechos sin saber de qué, optaron por viajar en tren hacia un nuevo destino, donde no conocían a nadie. Sólo el hecho de introducirse en el denominado “ambiente urbano” ya fue muy complicado, y más todavía procurarse los medios para comenzar a organizar su alocado proyecto. Su entorno no entendía cuál era su propuesta, su innovación, etérea configuración estética, que ellos mismos denominaban “los santos óleos”. La fecha se aproximaba y fue creciendo la expectación. Funcionó el boca a boca en la ciudad. El recinto tenía una capacidad de 15.000 almas. Llegó el día. El hermano pequeño vestido de sacerdote comenzó a dar la extrema unción a los asistentes, una vez hubo acabado, 72 artefactos hicieron venirse abajo el pabellón. Murieron 15.002 personas.

Fue un éxito, resaltó la prensa.

Tras saltar la verja

Nana de la cebolla, Maribel Moreno
TRAS SALTAR LA VERJA.

Tras saltar la verja, silencio. Sabía que no estaba bien, pero debía hacerlo. Esperé unos minutos mientras observaba detenidamente el jardín. Nada se movía, sólo el silencio y yo nos agazapamos entre los rosales. Me moví con cautela acercándome al muro principal del edificio. No se veían luces. Intenté ser parte de aquel muro, como si mi cuerpo volviera a ser el barro de aquellos ladrillos. Masa primigenia con un soplo de vida. Distinguí una leve luz tras el cristal de una ventana baja. No pude evitar querer saber…y miré. Una anciana sentada en un vetusto sillón observaba un bellísimo óleo, sostenía una copa en su mano mientras una lágrima lenta, parsimoniosa recorría su rostro.
Me arrastré hacia la parte trasera del edificio, tal y como me dijeron allí había un huerto. Arranqué todas las cebollas que pude echarme a los bolsillos. Lloraba en silencio…mis hijos cenarían aquella noche…


El vecino

Bodegón realista, Action Art Europe
EL VECINO

Es bien sabido por todos como huele el piso de nuestro vecino. Ni siquiera es necesario bajar en su rellano. Cuando el ascensor, en su pulcra lentitud, recorre la 4º y 5º planta ya percibimos el afable olor del piso en cuestión. En la comunidad se han entablado grandes debates y quejas sobre este inconveniente, se han colocado carteles de aviso para intentar solucionar el problema...
Porque nadie, desde hace más de tres meses, ha visto al vecino. Alguien dijo: “lo vi salir con maletas, tenía un viaje de negocios”.
Pero la realidad vino a ser algo inesperado.

Ayer acudió la policía local a nuestro edificio, les acompañaba un cerrajero y me llamaron como presidente de la comunidad a estar presente. En el amplio salón sobre la mesa, muchas cebollas, nuestro vecino aún mantenía en su mano el pincel del óleo que pretendía pintar antes de morir.

martes, 29 de diciembre de 2015

La decisión


Cebollas en cesta, de Cristina Rubalcava
LA DECISIÓN

Mientras la silueta catedralicia emerge con voluntad de esfinge, un hombre taciturno camina por la Calle Mayor ajeno a la furia de los vientos encontrados, díscolos como sueños. Su semblante está guiado por un fuerte propósito y la barba de confines ciertos ahonda su mirada. Se diría que el tiempo de tomar la decisión se le está acabando. Por eso, al pasar junto al colegio de Santo Domingo, ignora el comentario de dos jóvenes estudiantes que, como si fuera un hallazgo de mérito, comentan:
—El maestro es igual que Larra.
Ya en el Instituto, en la soledad del departamento, se acerca al ventanal con las manos en los bolsillos. El otoño sestea y un pájaro, que choca su pico en el cristal, rompe el silencio de su determinación. Da media vuelta, se sienta ante el portátil y grita desaforado:
—¡Que se devanen los sesos!

Y escribe: CEBOLLA/ÓLEO  

Introspección

Cebollas en bolsa, de Montse Cantí
INTROSPECCIÓN

Este era su décimo intento. Sentada ante la mesa comenzó, como en las anteriores ocasiones, ordenando las ideas que quería plasmar negro sobre blanco.
Comenzó a escribir segura en apariencia (luego contaría las palabras).
Tras una rápida lectura llega la decepción:
-No, esto ni se acerca a lo que pretendía expresar.
Sintió un nudo en el estómago y su yo quedó reducido al pequeño embrión de una cebolla rodeada de capas de frustración, inseguridad y miedo.
Volvía a aparecer aquella adolescente que, en vez de comerse el mundo, se dejaba engullir por él. Solo que ahora, ya no tenía toda una vida por delante para superarlo.
¡Y encima se le olvida colocar la dichosa palabra óleo!


domingo, 27 de diciembre de 2015

Premio literario

Premio literario

Bodegón de cebollas, óleo de Cezanne
Noticia de última hora… _ podía oír el aparato de radio a pesar del tremendo impacto_ …Se ha producido un accidente muy grave en la nacional A31 a su paso por La Gineta, un vehículo que, probablemente, ha tomado la curva a más velocidad de la permitida, se ha salido …”No podía moverse. El capó le aplastaba las piernas…_”Menos mal que con el intenso frío apenas noto dolor…debo tener las piernas congeladas… ¡ufff!…tampoco hacía falta ir tan deprisa, la verdad, y menos con esta helada…quería contarle lo del premio…magnífica velada…si no fuera por la moderadora...¡qué incontinencia verbal!...pero… el lugar, la melodía del piano, la rapsoda: “La cebolla es escarcha cerrada…”,con ese vestido azul luminiscente…”escarcha de tus días…”…no siento tampoco las manos…creo que vendrán pronto…”hielo negro y escarcha…” y, sobre todo, el organizador…simpático muchacho, con esa fina ironía…¡ufff, qué frío! ¡Como tarden, me van a dar los óleos aquí!

viernes, 25 de diciembre de 2015

Trío de damas


TRÍO DE DAMAS


Vendedora veneciana de cebollas, 
óleo de John Singer
Hoy, la anciana que desayuna en el bar junto a mí, ha comenzado a llorar y, obviamente, me he interesado:
—Mire esta noticia del periódico: Un hombre mata a cuchilladas a su mujer—ha dicho.
Le he preguntado, intrigada.
— ¿Acaso la conocía y por eso llora?
Entonces, me ha respondido agarrándome la mano convulsivamente:
—No, querida, pero imagino tantos desprecios sufridos...hasta que una noche, él la golpea en la cocina y ella se limita a reprimir las lágrimas mirando al calendario, un óleo de Sorolla, con aparente normalidad. Desde entonces, la pobre no habrá podido salir del laberinto, siempre expuesta a la indignidad de la bestia y al olor a cebolla de su cuerpo sudoroso.
Al alejarme del café, huyendo de estas imaginaciones, la anciana perturbada me ha gritado siguiéndome en plena calle:
—¡Ojo! Quien mal anda, mal acaba.

Y he caminado hasta casa, inquieta por la certera advertencia.  

miércoles, 23 de diciembre de 2015

"Contigo pan y cebolla"

Pan y cebolla, óleo de Alicia Berti
Contigo, pan y cebolla
¡Bueno va el óleo!_ decía mi abuela…
…vaya nochecita m’está dando…
…¡menuo susto… ¡casi la palmo!
…¡ bajar a oscuras!
Haberte gastao unos cuartos de tos los que tienes escondíos en un retrete…
Ahora que se joda…descalabrao, abajo…
¡Deja de quejarte!
Quién me lo iba a decir a mí cuando siendo una moza bien plantá, mi madre me azuzó pa´casarme con este viejo amojamao… ¡hija!_decía_que “el amor no se echa a la olla, sino manteca y cebolla.”
Andaría yo echa un óleo por la plaza…la envidia de toas…
Pero la vida t´hace llorar…y aquí habío más cebolla que pan y...
polla… poca, poca…
No hay ná c’acabe con este viejo cebolleta, cabeza blanca y rabo verdeeee, … toas las mañanas que si “ajo, cebolla y limón y déjate de indicción” el muu agarrao…
¡Que te cálleh, hombre!
...que con este helor y el golpe…poco te faltará…

Claro que… ¡cualquiera sabe!

sábado, 19 de diciembre de 2015

Martes fatídico

Cebollas con ajos, de Juan Pablo Neira
Martes fatídico
Hoy es martes. Me pregunto por qué se me habrá ocurrido venir por el Puente del Rey en lugar de regresar del mercadillo por la calle Pintor Agrasot.
Yo venía escuchando en mi Iphon el concierto de U2 en Barcelona y no he advertido la que se me venía encima. A la altura de la Escuela Oficial de Idiomas había un camión de Mudanzas Parra que subía, ¿o bajaba?, un piano. El caso es que me ha caído encima –no me preguntéis cómo- y aquí estoy, en decúbito supino. Se acercan un cura y un monaguillo que salen, muy oportunamente, del portal vecino y se disponen a darme los Óleos. “Padre, nunca habíamos visto a un moribundo con esa sonrisa de oreja a oreja. ¿En qué estará pensando?”, –oigo decir al monaguillo-. Será mi gran secreto: es el olor de las cebollas en vinagre que acabo de comprar lo que me produce este sonriente placer.



Meninas

Cebollas moradas y verdes, óleo de María Marta Morelli
Meninas
Es media tarde. Conduzco por la autovía moderadamente, el cielo amenaza tormenta. Entre gruesas nubes negras se abre paso un tímido sol cuyos rayos me recuerdan los rayos bíblicos de los grabados antiguos. Adelanto a un camión en el que leo Cebollas Larrosa & Maciá. A medida que avanzo, empiezan a caer gotas como monedas. En las noticias de la radio anuncian que ha desaparecido un cuadro de las Meninas de Picasso de su museo de Barcelona.
Ya cae un aguacero que me impide ver nada más allá de los limpiaparabrisas del coche y me detengo en el arcén. Después de veinte minutos, reanudo la marcha y veo el camión de cebollas estampado contra el quitamiedos por un patinazo. Desparramados y hechos pedazos, los bastidores y lienzos de algunos cuadros pintados al óleo. Se me ponen los pelos de punta al ver un fragmento de la falda y la mano de una menina cubista.



Lágrimas

Pan y cebollas, de Eugenio Fdez Díaz
Lágrimas
Oyó la vibración del whatshApp y Celia, sin apenas apartar la vista de su tarea, tendió la mano de forma maquinal hacia su teléfono móvil. Desbloqueó la pantalla, pulsó el icono verde y vio que el mensaje era de Alberto, de su querido Alberto: “Te dejo. No puedo más. Ya te lo diré cara a cara cuando reúna el valor necesario. Lo siento. Adiós”.
Se quedó lívida y sus ojos empezaron a derramar lágrimas, como le ocurría cuando pelaba cebollas para prepararle la mermelada que tanto le gustaba a él. Inclinó la cabeza dándose cuenta de que habían caído sobre el cuadro que estaba terminando.
Además de quedarse sin novio, también se había quedado sin acuarela. ¡Ahora tendría que empezar aquella marina con óleo sobre un lienzo! Se limpió los ojos, rompió la devastada cartulina y suspiró.



Nanas para Miguel

Cebollas, óleo de Luz Helena Hdez
Nanas para Miguel
Agustín se fue a estudiar Filosofía a Salamanca donde conoció a Marta, una compañera de clase. Surgió el amor y con él una gran sorpresa: el nacimiento de Miguel, que cambió radicalmente sus planes de futuro. Para hacer frente a la situación, y suprimida la Filosofía en el currículum del Bachillerato, no le quedó más remedio que trabajar en una gasolinera pero, con la reforma laboral, le hicieron un contrato basura. Como no llegaban a final de mes, también se vio obligado a pintar cuadros al óleo para el Corte Inglés durante una temporada, aprovechando sus buenas cualidades artísticas. Ahora trabaja en una empresa de transportes de frutas y verduras de Orihuela. Hoy, a la vuelta del viaje, le ha leído a su hijo las Nanas de la cebolla de Miguel Hernández.  

Hortalizas rellenas

Cebollas y botellas,  óleo de José González Collado
Hortalizas rellenas
¡Qué suerte haber conocido a María! Es una gran amiga. Ella decidió vivir sola pues aquello de para toda la vida la asustaba un poco. ¡Y mira que no son pocas las cualidades que posee! Siempre nos invita a comer el día de su santo. Cocina como los ángeles y, para celebrarlo, prepara con esmero una receta de su abuela: hortalizas rellenas. Primero las selecciona con cuidado, luego las rellena de pollo rustido con delicadeza y finalmente las cocina con muchísimo cariño. Con gran paciencia las va introduciendo en la cazuela en función de la dureza de cada una de ellas: primero las cebollas, luego las patatas, le siguen los pimientos y los tomates y por último los calabacines. Es un plato exquisito, una mezcla de sabores y aromas que son una verdadera delicia para el paladar .Si supiera pintar al óleo, haría un retrato de María al estilo de Arcimboldo con todas las verduras.

"María", otro microrrelato

Bodegón con cebollas, de Juan Diego Mantilla Mendoza
María
Pero María, ¿Qué estás haciendo? ¿Cómo es posible que te creas todas esas tonterías? ¿Acaso has perdido la cabeza? ¡Toda una señora catedrática de Lengua y Literatura! ¿Qué es eso de poner una cebolla en la mesita de noche para curarte el resfriado? Aunque pensándolo bien, cuando llegue el momento, si es que no tengo solución, ya me darán los Santos Oleos y Santas Pascuas…

(Si se entera Carlos, se va a estar riendo de mí toda la vida y me dirá que soy más antigua que el hilo de coser)

viernes, 18 de diciembre de 2015

Manuscrito hallado en un campo de cebollas

Bodegón con cebollas, Darío Darguez
MANUSCRITO HALLADO EN UN CAMPO DE CEBOLLAS
Tras la Hecatombe, diezmada la Humanidad, los supervivientes se refugiaron en fortalezas, rodeadas de muros inexpugnables. Pero las hordas de antropofidios, incansables, no cesaban de hostigarlos. Entonces, el ser humano descubrió el Óleo, una mixtura de parafina y extracto de cebollas que tenía la propiedad de ahuyentar a los invasores, surgidos del fondo de la Tierra. Desde ese momento, las cebollas se convirtieron en nuestro nuevo oro negro. Cultivamos millones de hectáreas, protegimos los campos con soldados que las defendían de los traficantes, especuladores y alimañas. Durante siglos pudimos dormir tranquilos. Hasta que llegó la Plaga. El Mídium, un hongo voraz, se ha propagado por el mundo destruyendo las cosechas. No hemos podido detenerlo. Los depósitos de Óleo están vacíos, nuestro final se acerca…

Escribo estas líneas en un erial, cansado de buscar algún bulbo sano que mantenga la esperanza. Escucho amenazadores silbidos en la lejanía. Mi tiempo se acaba.”

Leteo. Tercer Microrrelato

Cebollas, óleo de Gustavo G. Campos

LETEO
La memoria no es una facultad de la inteligencia, la memoria es una cebolla cuyas capas traslúcidas protegen, sin ocultar, la esencia misma del recuerdo. Como tantas otras noches, ausente, concentrada, Ana está pelando una cebolla:… “Te observo mientras duermes, entregado, inerme, como un perro a los pies de su amo y no concibo que esta sea nuestra despedida. Mi mirada cruza errática la habitación destartalada, buscando un asidero, y se detiene en un viejo cuadro al óleo que representa una alameda sombría, atravesada por un río de aguas oscuras. Y, luego, vuelvo a casa por las calles vacías, escuchando mi nombre con tu voz en mis oídos. Allí Pedro espera mi llegada y mis últimas excusas”
Pedro asoma por la puerta entreabierta y, al verla, un gesto de disgusto crispa su semblante:

-¿Lloras, Ana? ¡Cuántas veces tengo que decirte que no le pongas cebolla a la tortilla de patatas!¡Que no me gusta la cebolla!

Cuenca 1575. Nuevo microrrelato a concurso

Aquí tenéis otro microrrelato a concurso. Lleva por título Cuenca 1575
Cebollas, óleo de Pierre August Renoir













Cuenca 1575

Todos esperaban la llegada del
Obispo para administrar los santos óleos al
Señor conde.

Las plañideras estaban contratadas,
todas ellas debidamente enlutadas
ocupando sus sillas de anea y
alguna, preventivamente , había
colocado unos cortes de cebolla
entre los dobleces de su pañuelo, para
que no le abandonaran los sentimientos,
en cuyo caso se pondría en entredicho
su profesional bien llorar.

La fina pituitaria del presunto moribundo
percibió el aroma que asociaba a
a sus primeras experiencias eróticas
acaecidas con una bella doncella,
a la sazón pinche de la cocina del palacio.

Tal impacto sensorial provocó una reacción
milagrosa en el señor conde,
tan intensa, que no solo recuperó las
constantes vitales, sino que también
el flujo sanguíneo acudió alegremente
hacia sus dos órganos preferidos, recuperando
la conciencia y algo más.

Viéndose burlado el obispo derivó el
caso a su amigo Torquemada para
que severamente enjuiciará el hechizo
acaecido.

Acabando el físico en la hoguera, dado
que la erección había sido duradera.


martes, 15 de diciembre de 2015

Angelín. Primer microrrelato a concurso

Cebollas, de Estela Casas. Óleo
Inauguramos el concurso de microrrelatos con este que lleva por título "Angelín". Os animo a leerlo


ANGELÍN


Enciendo el fuego. Vuelve a suceder. Fatídica noche de insomnio que devuelve a mi memoria inocentes juegos de infancia, cuando ver el desasosiego ilustrando la cara de Angelín era nuestra mayor diversión. Siempre al anochecer, encerrados en el viejo despacho del abuelo apagábamos la luz. El pobre emitía un taimado grito que sofocábamos con impostadas voces de ultratumba. Filtrada la luz del larguísimo pasillo, rebotaba en su rostro para devolvernos la viva imagen del miedo. 
      Acerco un tronco, nudoso, áspero. Lo veo arder con recuerdos de otro tiempo deliciosamente nuestro, el fuego feroz lo devora junto a mis malos augurios, porque lo sé, volverá a suceder. Otra noche atormentada. Coño, ¿por qué aceptaría el encargo?. Maldita cebolla! se resiste a trazos que lanzo, infatigable, sobre el óleo que pretende ser bodegón. Lo quiere para la cocina el caprichoso marido de mi hermana. Puñetero Angelín! Siempre tuvo cara de tonto!