Corte de luz/casa tomada
|
Luna llena sin esperanza, de Esquímedes |
Las alusiones legendarias de mi madre al resto de la casa
retrataban todo un palacio: el floreado
papel del pasillo, el sofá con cojines envueltos en vestiditos crochet, la bailarina flamenca sobre el televisor y
hasta un hornillo eléctrico de la mesa camilla, orgullo de los parientes. Pero
yo, que escuchaba sin comprenderla porque mi infancia no se extendía más allá
de la puerta, solo tenía recuerdos del frío recibidor que ocupábamos.
Las otras estancias añoradas ya no eran accesibles. Una
selva de hielo, con geológica
perseverancia, las había clausurado poco a poco desde que nos cortaron la luz.
Pudimos soportar el frío mientras quedaron velas para alentar nuestra vida. “Si
te calientas las manos, engañas al cuerpo”, prometía mi madre.
Ahora no puedo olvidar su cara demacrada ni su ruego al
infinito, antes de convertirse en una estatua de hielo iluminada solo por la
luna: “Que se apiaden de ti, hijo mío.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario