LA MUJER QUE DEVORABA
CUALQUIER TIPO DE
LIBRO
Para Josefina G.G.
Mujer tumbada leyendo, de Jologa |
Arrancó una página del “Ulysses”
de Joyce y se la metió en la boca. Cerró los ojos y el sabor explotó en su paladar como una palmera de fuegos
artificiales: intenso, profundo, maduro, solo para gourtmets literarios. Ya no
pudo detenerse. Cuando estaba saboreando el monólogo de Molly Bloom, se paró a reflexionar. Recordó que contrajo aquella
compulsiva adicción durante la infancia, cuando picoteaba las hojas de novelas de aventuras, de Verne, de Salgari,
que sabían a frutas exóticas. Después, en su juventud, le apasionaron
las autoras francesas… se comió todos los libros de Yourcenaur, Duras
y Nothom, adoraba sus matices frescos, poderosos, contundentes. Ahora, prefiere los sabores otoñales, Carter,
Roth, Steinbeck, con su gusto a velouté de castañas regadas con un delicioso Bordeaux
Clairet. En su casa no queda
ya ni un libro, pero ha encontrado la solución para calmar su insaciable
apetito libresco: ha conseguido ser la
presidenta de un Club de Lectura.
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