PASARELA DE DELGADO ALAMBRE SIN TIEMPO PARA SENTIR LA PRESENCIA DE LO MÁS VENIAL
Carreras entre bambalinas para alinearse, últimos retoques y aparecer en escena. Los nervios recogidos en el primer paso, firme. Cabeza alta. No. Mejor. Altiva. Mirada al frente, como perdida, como si estuvieras de vuelta de todo, como si no existieras más que tú, como si el mundo fuese vasallo de tus pasos. Llevas un vestido vaporoso color canela, que decide por su cuenta bailar al son del espectáculo de luz y sonido que te acompaña. Aplausos. Media vuelta, con sutileza y garbo, sin prisas y regreso a los camerinos. Todo va según lo previsto. De repente, la voz de un niño se alza y grita: ¡Chica de alambre!
Un traspiés, una mirada de odio… y tiempo. Tiempo para restañar con olvido la hiriente verdad de un niño…de alambre.
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