jueves, 31 de diciembre de 2020

"Agradecimiento", nuevo relato a concurso

AGRADECIMIENTO

Nursery school, de Henri Jules


Te recuerdo en una tarde clara de octubre, casi de primavera. Me diste la mano y me llevaste. Yo contigo descubriría el paraíso, pero aún no lo sabía y un escalofrío de incertidumbre me recorrió entera.
Contigo aprendí a descifrar el código secreto de los libros, esas estalagmitas de palabras cuyos títulos son siempre un umbral, un faro en la niebla, un presentimiento… 
Aprendí después que las palabras son un potente hechizo capaz de quitar el miedo, desvanecer las dudas y el dolor, infundir alegría o aumentar la compasión haciéndonos más generosos. 
Sin los libros, lo mejor del mundo se habría esfumado en el olvido. En ellos, cada letra tiene un aroma, cada verbo una fragancia. Jazmín, rosa o pachuli se difunden al pasar sus páginas para disfrutar las palabras que custodian, que nos custodian, velando por el mañana frente a las amenazas del tiempo, la muerte o el silencio. 
Desde mi recuerdo infantil, gracias primera maestra.

lunes, 21 de diciembre de 2020

Aromas, el nuevo microrrelato a concurso

AROMAS
Mi aroma de mujer, de Sonia Weber

 Poco a poco me fui percatando de que el negocio en el que había invertido todos mis ahorros, la perfumería “Pachuli”, era un verdadero fracaso. Tras los sucesivos rebrotes de la pandemia, media población padecía anosmia y a la otra mitad no deseaba derrochar el dinero en un producto superfluo. Había que renovarse o morir. Entonces, ayudado por un maestro perfumero, creé una gama de esencias diferentes: el aroma “Un ave insólita canta en el almez dulcemente”, la fragancia “Tupido en el octubre como bóveda” o la colonia “En vano espero tu palabra escrita”. Estos perfumes se consumían en pequeños comprimidos y, al instante, sus efluvios emanaban por los poros de la piel, sumiendo al consumidor en una sensación embriagadora Tuvimos un éxito arrollador. Lo malo son los efectos secundarios que provocan. Hasta ahora, una desmedida y apasionada afición por la creación poética, y la atracción incontenible por la luna y los taponicos de absenta.

viernes, 18 de diciembre de 2020

Inmersión

 INMERSIÓN

Arrecife de las sirenas

El Octubre Rojo se sumergió lentamente en las gélidas aguas del Mar de Barents. Dentro del submarino soviético, el ambiente estaba más enrarecido de lo habitual. La tripulación hacía cábalas sobre el contenido del pesadísimo arcón, que unos hombres silenciosos habían embarcado de madrugada. Cuando, tras quince días de navegación, regresaron al puerto de Murmansk, el arcón estaba completamente vacío. Muchos años después, Alexis Petrovich, marinero de la Flota del Norte, envuelto en el perfume a pachuli de su tabaco de pipa, enfermo de melancolía, contaba que una noche, en el curso de aquella misión,  escuchó ruidos en la compuerta exterior. Se deslizó sigilosamente hasta la sala de mandos, bajó el periscopio y pudo entrever una figura escurridiza, ciertos brillos de escamas plateadas y unos ojos azules que le sonreían alejándose en las profundidades marinas. Pero yo sé que a Alexis le gusta mucho el vodka, tanto como una buena historia que narrar a sus nietos.

jueves, 17 de diciembre de 2020

Golden Retriever

 Golden Retriever


Mujer con perro

En su inicio, aquel verano en las tierras cálidas del suroeste tuvo los ingredientes propios de todos los veranos: calor, insectos insoportables, abulia. Sin embargo, algo lo hizo distinto. Como por arte de magia, Severo se coló en aquel verano y lo cambió profundamente. 

Lo primero que hizo fue alterar el aspecto de las calles, oxidadas y silenciosas antes. Lo segundo que cambió fue la relación entre nosotros. Hablábamos de él, refiriendo la última hazaña en la que Severo, con su parsimonia inglesa, había participado. Todos, en definitiva, lo sentíamos como nuestro, como parte de estas tierras olvidadas del mundo. 

Por eso, cuando en octubre, Severo desapareció atrapado por las peludas y tostadas faldas de una Golden Retriever que olía a pachuli, no pudimos más que maldecirlo y prometernos que jamás habría entre nosotros otro como él, que nos dejase con la indiferencia de la despedida y con la tristeza de su ausencia.

Miedo

 MIEDO

Miedo, de José María Guerrero

Con un profundo suspiro se alejó de la ventana e intentó buscar el sueño que aquella noche de octubre huía de ella. La misma pesadilla que se repetía cada madrugada la había desvelado una vez más. Sin embargo, un miedo descontrolado la hacía tambalearse esta vez. Casi sin atreverse a respirar, cerró los ojos e intentó tranquilizarse. De repente, un sonido apagado, procedente del cuarto de al lado, la obligó a ponerse de pie. Armándose de valor, abrió la puerta. Todo parecía en orden pero, justo cuando se disponía a reírse de sus temores, observó que unas huellas de barro cubrían el suelo de la habitación y conducían a la gran ventana de madera que, abierta de par en par, daba al oscuro jardín. El intenso olor a pachuli y el chirrido de la puerta al cerrarse a su espalda la sobresaltó. Una vez más su carcelero la invitaba a morir. 


lunes, 14 de diciembre de 2020

Una estrella en mi jardín

 UNA ESTRELLA EN MI JARDÍN


Mano con estrella, de Paul Abona Vigier

12 de octubre. Margarita acude a felicitar a su abuela. Pilar es viuda y está ordenando recuerdos. Ayudándole, la joven encuentra una foto entre pañuelos de seda. ¡Qué bien huele!, comenta. Huele a pachuli y a amor, dice Pilar. Intrigada, Margarita pregunta: ¿Y eso? ¡Ay, si yo te contara!... Es regalo de un gran amor… ¡Qué bien guardado lo tenías! ¿Es alguno de la foto con “Tetuán 1955”? Sí, el que está junto al cañón apoyándose en el fusil. ¿Y eso dónde está? ¡Ay nena, ya no sabéis historia ni geografía! ¡Qué pena! A solas revive los días felices con Juan. Cuando la lluvia cae, se funde el hielo y cuando éste la acariciaba se quemaba el fuego. Se amaban con locura. Pero Pilar ocultó que le había caído una estrella en el jardín y que el hombre de su vida había reaparecido. Tampoco le desveló el secreto mayor: su padre fue fruto de ese gran amor.

miércoles, 9 de diciembre de 2020

Segundo relato, con título nostálgico y cinematográfico, "Volver".

 

Octubre, de Diego Gadir

VOLVER

“ Adivino el parpadeo de las luces que a lo lejos van marcando mi retorno…”

Octubre. Llueve lentamente mientras recuerdo estas estrofas. Evoco aquellos días despreocupados y alegres. Tenía veinte años y regresaba de Ibiza. Fueron unas vacaciones inolvidables. Aun hoy, siguen siendo las mejores de mi vida.

Charles, mi primer y gran amor. “Tuya es mi vida, tuyo mi querer…” nos decíamos en nuestro paraíso. La distancia y la ausencia mataron nuestro amor.

 “Tengo miedo  del encuentro con el pasado que vuelve a enfrentarse con mi vida…”. Yo, que nunca he temido a nada, me consumo por la incertidumbre.

Después de toda una vida, llegó tu telegrama. Anhelo este reencuentro, ver cómo las nieves del tiempo platearon tu sien. Ansío abrazarte de nuevo…

¡El timbre! …Tu inconfundible olor a pachuli… Entra, mi amor.

“Y aunque el olvido, que todo destruye, haya matado mi vieja ilusión, guardo escondida una esperanza humilde que es toda la fortuna de mi corazón…”


Primer relato a concurso, con claras reminiscencias literarias... "Mi última tarde con Teresa"

 MI ÚLTIMA TARDE CON TERESA

Junge dame am strand, 
de Isaac Israels


Acaba de fallecer por coronavirus mi amiga Teresa, una de las personas más lúcidas e inteligentes que he conocido, solidaria y coherente donde las haya. Recuerdo un paseo por la playa una tarde de octubre cuando al preguntarle si estaba cansada me contestó: no, lo que estoy es harta.

Estoy harta de tantas noticias. Estoy harta  de que conviertan en espectáculo lo que no es. Estoy harta de la mezquindad.  Estoy harta de tanto egoísmo y de tanta violencia. Estoy harta de los mentirosos y de los que les creen y no les importa que les mientan. Estoy harta de tanto hipócrita, de tanto listo y de tanto manipulador. Estoy harta de tanta incoherencia. Sí, ya sé lo difícil que es ser coherente. Somos un país que ha olvidado su memoria reciente. Me pregunto qué nos ha pasado. Parece como si  hubieran fumigado con pachuli y estuviéramos anestesiados, incapacitados para pensar  siquiera un poco. Tengo miedo.