Norman Bates. |
Psicosis
“Me pareció que o gritaba o me moría, y otra vez estaba allí,
¡más fuerte, más fuerte, más fuerte, más fuerte!”
Edgar Allan Poe
El horizonte que contemplas es una pared blanca, angustiosamente blanca.
En ella no se adivina color ni trazo alguno. En ese páramo incoloro, solo distingues un rumor semejante al de un riachuelo, desasosegante y perturbador. Persiste, sin más destino que fluir hacia algún lugar, hasta que bruscamente se torna en un sonido que, lejos de ser dulce y melodioso como el canto de un pinzón, es agudo y cortante como el acerado graznido de un cuervo.
Todo se torna confuso y desesperante hasta casi hacerte perder el sentido.
Es entonces cuando un hilo de tinta sangra sobre el fondo blanco y huyes de él previendo el colapso. Podría ser, piensas mientras dejas el escritorio, una escena de Psicosis. Sin embargo, reconoces, mientras cierras el grifo de la bañera, que no es más que el pavor provocado por el folio en blanco al intentar escribir este microrrelato.
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