Las llaves del cielo, de Felipe San Pedro |
¿Y AHORA QUÉ?
En estos tiempos las mujeres nos estábamos liberando, o eso
es lo que yo pensaba hasta ahora. Y si no, mira lo que me ha pasado al final de
todo. La auxiliar ha voceado mi nombre y he recorrido la distancia desde la
sala de espera hasta la Puerta. De pronto, horrorizada, he dado marcha atrás
empujada por un impulso irrefrenable. El caso es que llevaba mucho tiempo
esperando en la sala, quieta en la silla, hierática y derrumbada como una
ruina, dispuesta a admitir lo evidente: que desde hace mucho he sido una chica
de alambre a quien la buena vida de desfases, de vino, rosas y spedd la ha llevado
a este desenlace fatal, de forma prematura. Y deliberada, añadiría. Pero cuando
he leído el rótulo de la Puerta me he negado en redondo a entrar. Negro sobre
blanco bajo una marca de agua con formas de llaves: “San Pedro”
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