PRINCESA
Rita, vestida para la ocasión, con su bolso de piel marrón, sus zapatos de tacón y el qipao iridiscente que su madre le había cosido, se pinta la boquita de fresa y sale a la calle deseando hacer realidad el sueño de su vida. Decidida, se dirige hacia el Gran Hotel al casting para un anuncio de Martini. Su madre quiere que su princesa se convierta en la reina del papel couché para que no tenga que estar cosiendo y planchando para las señoras del barrio como ella. Con el hermoso vestido ajustado y el pelo recogido, puso en valor todos sus encantos. Ya se veía como una celebrity. No contaba con las proposiciones deshonestas del productor que, por supuesto, rechazó con rabia y gran coraje. De vuelta a casa se decía:” Una suricata como yo no pierde la dignidad así como así con un tipo de esa calaña. Yo siempre con la cabeza bien alta”.
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