CITA A CIEGAS
Edgard A. Poe
Llegué muy tarde a la cita y el local parecía desierto. Todo el personal se había marchado. La verdad -pensé- que había sido muy ingenua al fiarme de Google Maps para llegar hasta allí. No lo conocía previamente y tan solo sabía de él por Instagram. Siempre tan confiada-me dije.
Él me recibió con una amplia sonrisa, que dibujaba una media luna blanquísima, refulgente, en su bronceado rostro. Pretendía infundirme confianza, pero fue perturbador… Pasa, siéntate en el sillón azul -me invitó- vuelvo enseguida
Nerviosa, tomé asiento y clavé
mi uñas en el sillón…
¡Cómo se me ocurrió venir sola! Intenté serenarme, estaba allí por mi propia decisión... Entonces, me quedé petrificada al oír el inquietante ruido de la fresadora…Tranquila, será muy rápido -me dijo en un susurro, sin dejar de sonreír.
Yo, cerré los ojos y sentí,
estremecida, el chirriante sonido de la turbina entre mis encías…
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