Libros para una vida
Al nacer su primogénita, Emily se preocupó por enseñarle
la vida a través de los libros.
Le mostró los placeres de la infancia con los cuentos de los hermanos
Grimm;le ilustró sobre las aventuras de la adolescencia con La isla
del tesoro y Tom Sawyer y le adentró en los recovecos del amor con
Romeo y Julieta y fragmentos escogidos de Las amistades peligrosas.
Concienzuda en su método, cuando su hija abandonó el hogar
para afrontar su vida de casada, Emily sintió cumplida su labor.
Así lo creyó, hasta aquella tarde de septiembre en la que su
proyecto de mujer regresó a su casa con un maquillaje tan
cárdeno como indeseable. Convencida de que cualquier problema se solucionaba con un libro,
Emily retomó su costumbre y leyó a su hija, noche tras noche, Anatomie pour boucherie, hasta
asegurarse de que ya estaba preparada para un romántico reencuentro con el cobarde matarife
de su yerno.
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