SILENCIO
Mujer leyendo de Matisse |
Silencio. No.
Nunca hay silencio. El silencio es interior, personal y único. Todo son ruidos,
nuestra estruendosa vida. Shhhhhhh¡¡ Callad malditos. Apagad vuestros
vehículos, aspiradoras, televisores, cadenas musicales… ¡¡Silencio!! Alejad de
mí vuestros gritos irredentos, palabras las más de las veces sin sentido,
conversaciones inocuas.
Tras el
cristal de la segunda ventana de un edificio de primeros de siglo, ventana con
marco de madera, bisagras cien veces engrasadas que enmascaran un leve crujido
de agotamiento, los mortecinos ruidos de la ciudad llegan apagados, pero
continuos. Un claxon reclama su paso por la vía; unos verdecillos trinan en
revoloteo amoroso; unos niños gritan sus juegos en el parque mientras una
pareja frotan sus labios en un beso infinitamente ruidoso; el traqueteo del
metro retumba en sus oídos; una hoja desciende desde su rama rasgando el aire…
Silencio.
Nunca hay silencio. No. Piensa la mujer manteniendo amorosamente un libro en su
regazo.
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