Cebollas con ajos, de Juan Pablo Neira |
Martes
fatídico
Hoy
es
martes.
Me pregunto por qué se me habrá ocurrido venir por el Puente del
Rey en lugar de regresar del mercadillo por la calle Pintor Agrasot.
Yo
venía escuchando en mi Iphon el concierto de U2 en Barcelona y no he
advertido la que se me venía encima. A la altura de la Escuela
Oficial de Idiomas había un camión de Mudanzas
Parra
que subía, ¿o bajaba?, un piano. El caso es que me ha caído encima
–no me preguntéis cómo- y aquí estoy, en decúbito
supino.
Se acercan un cura y un monaguillo que salen, muy oportunamente, del
portal vecino y se disponen a darme los Óleos. “Padre,
nunca habíamos visto a un moribundo con esa sonrisa de oreja a
oreja. ¿En qué estará pensando?”,
–oigo decir al monaguillo-. Será mi gran secreto: es el olor de
las cebollas en vinagre que acabo de comprar lo que me produce este
sonriente placer.
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