miércoles, 30 de diciembre de 2015

Tras saltar la verja

Nana de la cebolla, Maribel Moreno
TRAS SALTAR LA VERJA.

Tras saltar la verja, silencio. Sabía que no estaba bien, pero debía hacerlo. Esperé unos minutos mientras observaba detenidamente el jardín. Nada se movía, sólo el silencio y yo nos agazapamos entre los rosales. Me moví con cautela acercándome al muro principal del edificio. No se veían luces. Intenté ser parte de aquel muro, como si mi cuerpo volviera a ser el barro de aquellos ladrillos. Masa primigenia con un soplo de vida. Distinguí una leve luz tras el cristal de una ventana baja. No pude evitar querer saber…y miré. Una anciana sentada en un vetusto sillón observaba un bellísimo óleo, sostenía una copa en su mano mientras una lágrima lenta, parsimoniosa recorría su rostro.
Me arrastré hacia la parte trasera del edificio, tal y como me dijeron allí había un huerto. Arranqué todas las cebollas que pude echarme a los bolsillos. Lloraba en silencio…mis hijos cenarían aquella noche…


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