Camina sobre alas de mariposa, que el fuego y la ira han convertido en cenizas, en enigmas insondables al alba del desierto. Tiene perdida la mirada en una visión tormentosa, en una visión que no es de ahora si no de un tiempo primordial, como el linaje de los contrabandistas. Huye de las puñaladas que no tienen nombre, pero que pintaron el paisaje de formas inanimadas. Y esa ciénaga infinita parece disminuirla, ocultarla con su velo que acepta como un bálsamo.
Nadie sabrá cómo, pero las sombras de esa larga noche no acabarán con ella y llegará por fin el sol, el cálido sol de las arenas populosas, donde la gente parece haber encontrado la receta mágica, la clave de la vida, el password de la cuenta. Y ella, no.
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