“-Así que los vampiros pueden llorar.
-Una vez. Quizá dos en toda la eternidad. Tal vez mi deseo de
saciar mis lágrimas para siempre, me impulsó a vengarme de ellos.”
Entrevista con el Vampiro
Aquella tarde en la que mi jefe me invitó al cine después de la oficina, no pude negarme ante su insistencia. Soy de naturaleza apocada, prudente y el cinematógrafo es el único lugar donde puedo vivir emociones intensas a través de la pantalla. Aquella tarde estuvo llena de sorpresas. Mientras un hambriento Charlot saboreaba los interminables clavos de una bota, las carcajadas del público evitaron que mi grito de sobresalto se oyera al notar la mano sudorosa del jefe en mi entrepierna.
Siete días más tarde reiteró la invitación y ante su autoritaria insistencia, accedí.
La viscosa mano de aquel tiburón no tardó en deslizarse por mis muslos. La inquietante sombra de Nosferatu en la pantalla, mantenía la sala en silencio hasta que fue roto por el desgarrador grito de mi jefe al sentir la grapadora de la oficina clavada en su mano.
¡Y es que yo siempre he sido un hombre muy decente!
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