PARAÍSO INFANTIL
“No escribas lo que sientes, escribe lo que recuerdas y dirás la verdad”.
(“El huerto de Emerson”, Luis Landero
Regreso a mi pequeña ciudad. Algo me hace pensar en mi infancia: me veo como una colegiala, sentada en un pupitre de madera; después como una niña pequeña alimentando a los patos en el río, las tardes veraniegas leyendo tebeos y escuchando los seriales de los mayores... Me invaden los recuerdos: la tienda de ultramarinos de mi barrio era una paleta de colores. El rojo de los pimientos secándose. El añil de las cajas de galletas. El verde de los bidones de aceitunas…Pero también era un incensario de olores: especias, pan recién hecho, ahumados, fiambres… Cierro los ojos. Me imagino allí dentro. Un lugar seguro. Pero también la puerta abierta a otros mundos.
Me acuerdo de aquellas sesiones de cine dobles y del anillo de hueso de tiburón, regalo de mi primer noviete. ¡Cuántos cambios! Se han levantado edificios, asfaltado y urbanizado las afueras pero todo mi paraíso infantil ha permanecido, aunque se haya perdido en el tiempo.
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