JACKAL DICK
Llamadme Gamuchiel.
Desde que Camelina me abandonó tras años de aburrida frialdad, (ya no estamos juntos, Gamuchiel, me espetó al desgaire para cortar conmigo mientras engullía con denuedo una escolopendra) salí del hoyo y me fui con el primero que pasaba, Cinéreo Estro que me impelió a este loco periplo cuyo final es incierto de todo punto.
Cinéreo Estro, antiguo bombero del poblado, defendió al clan de la bestia blanca, el malicioso Jackal Dick, que le malogró la pierna de una dentellada.
Desde entonces, nuestro héroe, con su pinzón al hombro, capitanea la patrulla por las dunas del desierto desafiando la tiranía de los félidos y el fuego del siroco, embarcado en un carricoche improvisado con ramas de namibia. A sus órdenes, los feroces gemelos Homúnculo y Párvulo con un servidor, todos suricatos, vamos en busca del blanco chacal, aunque a veces, lo admito, se me antoja enfermiza la obsesión vengativa de mi jefe.
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