MORISCOS
“Moriscos los atavíos
y moriscas las maneras
y moriscas las costumbres
son en mi tierra”
Vicente Medina
Siempre fuimos sus verdaderos dueños, hace cuatro siglos que esta tierra nos pertenece, la hicimos a nuestra “imagen y semejanza” como reza su biblia sagrada, y por ella fuimos capaces de abominar del dios verdadero, Allah ´akbar, de guisar la adafina y el tabbouleh sin el delicioso aroma a cilantro y hasta de ¡colgar la impura carne de cerdo en las puertas! Y ¿para qué? Para seguir en el paraíso, este valle de Ricote, que convertimos en vergel de aguas cristalinas. Norias, azudes y acequias lo llenaron de naranjos, higueras, nísperos y palmeras. ¿Estos cristianos viejos qué han hecho por ella? Nada, solo cambiar el nombre de la villa, Negra por Blanca, como si eso les librara de la pobreza que está por venir. No entienden esta tierra, ni el agua, no tendrán quién les sane de las enfermedades ni quién comercie, hasta el pinzón dejará de animar sus valles cuando nosotros desaparezcamos.
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