La luna, anónimo |
MONÓLOGO NOCTURNO
La luna ilumina nuestros
pasos temblorosos mientras ellos nos acosan como si, además, les
diéramos asco. Al menor intento de aproximación, incluso aunque
estemos quietos, nos quiebran de forma inhumana. ¡Quién lo diría!
Tanta confusión reina en la noche que mi pensamiento es ahora muy
elemental. Precisamente yo, que fui un estudioso, una eminencia en
informática, códigos y enigmas, todo lo que alcanzo a deciros ahora
es que ellos son malos. Sin más. Porque el miedo paralizador atenaza
nuestra marcha cuando vemos sus cuerpos veloces por esta selva del
asfalto. Y es que el mundo se ha vuelto loco, hasta mis hijos me
agreden. Y ya no recuerdo bien el pasado. Solo conservo un hilo tenue
de la memoria, de cuando fui feliz con ellos en los brazos y me los
hubiera comido a besos.
Ahora también me
comería a todos los vivientes, pero no se dejan los malditos. Nos
disparan y corren.
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